Sí, yo también he pasado por ello pero no hay nada más
improductivo que la queja. Esta señorita es el disfraz que usamos para no
hacernos responsables de nuestra vida.
“Por culpa de fulano no puedo hacer esto o aquello, es
que no tengo cómo hacerlo, nunca podré aprender eso porque…” y así hacemos
largas listas de todas las razones por las que no actuamos evitando el enfoque
de nuestra atención en las cosas que sí podemos ir haciendo.
La queja se ha vuelto una costumbre tan fuerte que
prácticamente quienes la hemos padecido (digo padecer porque es una especie de
enfermedad colectiva) ni nos damos cuenta a menos que alguien nos haga
reflexionar; como estoy tratando de hacer yo en este momento.
Quiero que tú tomes las riendas de tu vida como la
heroína que eres y por eso te traigo algunas preguntas que podrían ayudarte a
salir del punto en el que te encuentras.
1.- ¿Qué hay detrás de la queja?
2.- Además de quejarte, ¿Qué otra cosa puedes hacer?
Una vez respondas a estas dos preguntas, tómate unos
minutos y reflexiona sobre las posibilidades que tienes de superar los
obstáculos a través de las soluciones que te has planteado en el segundo punto.
Luego pregúntate, ¿cuáles de todas las
cosas que puedes hacer tiene mayor viabilidad? Y pon manos a la obra.
Recuerda, ¡con pequeños pasos se logran grandes cosas!
Finalmente te dejo estas dos palabras que cambiaron mi
vida y podrían ser importantes para la tuya: “Darse cuenta y hacerse cargo”.
Practícalo en tu vida diaria y verás cómo comienzas a
hacerte consciente de cosas que antes no veías.
Cuéntame, conoces a alguien que tenga la costumbre de
quejarse y no sabes cómo ayudarlo, invítalo a leer el artículo; quizás pueda serle
útil.
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